Cuando saltan todas las alarmas



El famoso día donde todo en mi cambió. Me apetece contároslo. Mayo de 2019. No se me olvidará. Un mes después de cumplir mis 31 primaveras.

Me bajó la regla como cada mes, una regla para mi normal, nunca he tenido complejo por mi menstruación. Alguna vez sentía molestia de noche y me ponía el saquito de semillas o bolsa de agua caliente para aliviar. Otras veces, si dolía, me tomaba ibuprofeno cada 8 horas y a seguir con lo mío.A seguir funcionando, sin quejas. 

Hace ya unos años empecé a replanteármelo todo, a leer, a investigar, a conocer mi ciclo, a observarlo.¿Hasta qué punto normalizamos el dolor con la regla y hemos aprendido a silenciarlo y no quejarnos? ¿Hasta qué punto yo lo integré tanto en mi vida, en mi día a día, en mi mes a mes, que nunca pensé que podía ser algún desajuste? Entonces miro atrás y me doy cuenta de que...uf... aquella noche que me dolía tanto y me fui a la cama llorando había tenido un día taaaan estresante... Luego, aquel otro, con aquella molestia, estaba también revuelta del estómago... Y si te fijas bien, ves que todo está conectado. Pasé de ver un cuerpo fragmentado a verme toda unida: cuerpo, mente, emoción... 

Bueno, a lo que iba. Llegó el día que, tras pasar una noche toledana con dolores punzantes en el vientre, me levanté, me tomé un ibuprofeno y me fui caminando a la estación de tren para ir a trabajar. Recuerdo perfectamente la sensación de dolor al caminar y de pensar "madre mía, hoy sí que estoy jodida" pero en vez de darme la vuelta y pedir cita con mi médico o ir a urgencias... Seguí. Cogí mi tren, llegué a unas jornadas, en el descanso me tomé una manzanilla porque no me encontraba bien pero luego, al volver, no encontraba postura para sentarme, tampoco para estar de pie, me retorcía, no sabía qué hacer... Un infierno. Las que tenéis endometriosis ya sabéis de lo que os hablo... Así que me fui y pedí a Toni, mi salvador, que viniera a buscarme y me llevara al médico directa. 

Recuerdo ir toda retorcida en la furgoneta. Fuimos al ambulatorio y mi médico me vio de urgencia. Tengo la suerte de tener una médico que es un amor de mujer. Sensible, amable, atenta. Desde que me vio entrar por la puerta no dudó un segundo de mi vivencia con mi menstruación: - Algo no va bien  conmigo Asunción... Me creyó, me observó, me palpó, pidió a la enfermera que me pinchase un calmante para el dolor y me derivó al hospital con un volante donde solicitaba que me hiciesen una ecografía y me insistió en volver al día siguiente para verme de nuevo.

Subimos a urgencias, me pasan relativamente rápido. Me abren una vía. Sacan muestra de sangre. Hago pis en un tarrito. Me ponen medicina intravenosa. Espero un poco. Me explora el primer médico. Le explico lo que me pasa. Espero. Me duermo un poco en mi silla. Me explora la segunda médico. Le vuelvo a explicar lo que me pasa. Espero. Espero. Espero una eternidad. Me explora el tercer y último médico. Me dice que se descarta apendicitis que sería lo más "urgente". Que tengo inflamación que así lo reflejan también las analíticas. Agradezco la información y me siento aliviada que no sea apendicitis pero vuelvo a insistir en mi dolor, que NO ES NORMAL, que habito mi cuerpo 24 horas al día los 7 días de la semana y sé que me pasa algo, si no no estaría en urgencias. Nunca voy a urgencias a no ser que sea grave y al médico voy lo justo y necesario. Además traigo un volante de mi médico de cabecera para que me hagan una eco abdominal y pélvica. Este último médico, así de mediana edad él, fue muy soberbio y bruscamente ofendido me dijo literalmente "es que los médicos de los centros de salud muchas veces se columpian". Así como os lo cuento. Mis ojos como platos. No sabía ni qué decir. ¿En serio, llevaba 3 horas allí para esto? Me dan un paquete de Nolotil, mi informe médico y para casa casi igual que entré pero más drogada. Luego, ya más tranquila, creí que estaba mejor pero el Nolotil, para colmo, me sentó mal y me dio náuseas. Así que no lo tomé más. Me fui a dormir. Vaya día más largo.

Al día siguiente por la mañana me voy a la cita con mi médico. -"Mi niña..." me dice nada más verme. Ella ya me ve la cara y ve en su ordenador que no me hicieron la ecografía. Yo me encuentro "mejor" pero en realidad no. Ella me dice que repose, me habla de la baja y le digo que no hace falta. Ahora pienso que claro que hacía falta, ¡y mucho! ¿Por qué no la pedí? ¿Qué era más importante en ese momento: mi salud o el trabajo que tenía que hacer? Algunas veces me culpo por eso pero no sirve de nada. Nos enseñaron muy bien a ser productivas y salirnos de ahí no es tarea fácil. Ya lo sabréis. Yo estoy en ello. Me pasó una vez pero aprendí para las siguientes. Autocuidado. Consejo de aquí en adelante.

En fin, mi médico me manda cita para ecografía en el hospital. Ya me llamarán. Los días mientras tanto pasan y pasan y al mes de mayo le sigue junio. Otra vez más se acerca la regla, yo ya temblando, y llega un dolor incapacitante. Ya no era sólo el dolor al caminar si no que cada vez que iba al baño veía las estrellar al orinar y defecar (y aún no me había bajado la menstruación). Desesperada rompo a llorar. No puedo más. Estoy rota. Sé que algo no va bien, joder, no sé lo que es y no quiero volver a urgencias. Odio el hospital. Qué hago. Sé que tengo la suerte y también privilegio de poder acudir a un centro ginecológico privado en mi zona, ya desesperada por una ecografía, pago lo que sea pero que me miren YA

Nada mas ir a la consulta y hacerme una eco por lo privado, ahí se confirman todas mis sospechas. Efectivamente tengo dos "quistes", uno en cada ovario, saludando desde las entrañas. Ahí explicando el origen de mi dolor. Y os puedo decir que en ese momento y después de sentirme tan mal el mes anterior, ahora me sentí hasta ALIVIADA: de poder reconocer de dónde provenía mi dolor, de no sentirme loca, hipocondriaca o histérica. De reafirmarme en mi dolor. De poder decir que aquello no era normal porque tengo dos quistes oiga! El izquierdo medía de aquella 1,5cm y el derecho 2cm. Pero ahí todavía no sabía que era endometriosis. La ginecóloga fue cautelosa, me dijo que podían ser folículos que no se rompieron durante el ciclo menstrual y que crecieron dentro de cada ovario, así que me mandó un suplemento alimenticio a base de N-acetilcisteina, ácido alfa lipoico, bromelina y zinc; y me pidió volver a los 3 meses para revisarlos porque muchas veces son inofensivos y desaparecen.

Le comunico a mi médico la presencia de esos folículos y mis dolores. Ella me vuelve a mandar reposo. Esta vez le hago caso. Por fin. Lo necesito. Priorizarme a mi, cuidarme y descansar. Todo esto es nuevo para mi, mi cuerpo de repente se me torna extraño, me doy tiempo para procesar estos cambios en mi. 

Pasa el verano. Yo feliz con el suplemento. Sin dolor antes ni durante la menstruación, disfrutando de las vacaciones... Me llaman del hospital en agosto para ir a la ecografía en septiembre. Cuando llegó el día de la cita, yo iba tan tranquila de que esos folículos habrían desaparecido al igual que desaparecieron mis dolores. Y cuál fue mi sorpresa y mi shock cuando no sólo no se fueron si no que habían crecido más (ahora a 2,3 y 3cm) y escuché por primera vez eso de "quistes de chocolate": así es como llaman a los endometriomas ováricos porque al parecer, por dentro, tienen un aspecto bastante similar al chocolate derretido. Ya podía ser chocolate de verdad, que mi cuerpo se lo comería gustosamente... Desde aquí en adelante a mis quistes las llamo Dolores.

En fin, que a mi me sentó como un jarro de agua fría. Porque yo iba tan tranquila y de repente me dijeron que tenía endometriosis y las palabras "enfermedad" y "crónica" que se me quedaron grabadas a fuego y otras cosas como "infertilidad entre el 30 y el 50%", me preguntaron si quería embarazarme e incluso me sugirieron que lo mejor ahora era "congelar ovocitos". Y mientras me soltaban todo aquello yo estaba "¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué? y en mi cabeza las palabras dando vueltas todo el rato: Endometriosis. Enfermedad. Crónica. Endometriosis. Enfermedad. Crónica. Endometriosis... Esas palabras me atravesaron como lanzas directas al corazón. Salí de allí llorando, con una frustración horrible. Yo ya sabía lo que era la endometriosis había leído sobre ello y precisamente asistido a una exposición sobre la enfermedad el año pasado que me había parecido muy interesante. También sabía de Flo que me había hablado de su proceso en alguna ocasión. Pero de repente estaba ahí, dentro de mi, tenía que asumirlo como algo propio y sin embargo lo quería rechazar. No. No. No. Todo el tiempo.

Después de varios días de nubarrón emocional, fue saliendo el sol y con ello la energía y la fuerza para aceptar y empezar a luchar. Por aprender, saber y conocer más. Para hablar con mi pareja sobre ello, sobre nuestro proyecto en común y las opciones que tenemos. Fue bonito irnos a mi pueblo y hablar. Mucho. Para mi era importante saber también en qué punto estábamos y si los dos queríamos gestar una personita y si era el momento. La verdad que fue fácil. Sí, es el momento, no esperemos más. Sabemos que puede ser difícil, pero lo vamos a intentar. 2020 a ver qué pasa...

Ahora estoy entre médico y hospital prácticamente todos los meses, haciendo controles y seguimientos. Yo, que soy educadora social de profesión y vocación, en seguida me puse a buscar fuentes de información fiables sobre endometriosis y grupos de apoyo en mi zona. Ahí encontré Esendo Asturias, un grupo de endo-guerreras. Ahí, conozco la lucha de cada mujer con su endometriosis particular. Y es que la endometriosis es tan diferente y variada, como diversas somos las personas afectadas. Puede tener diferentes localizaciones, tipos y grados. Cada caso tiene unas circunstancias individuales únicas con similitudes a otros casos pero con sus especificidades. La verdad que leyendo y escuchando, me siento afortunada de que mis endometriomas fueran tan fáciles de detectar (no siempre es así) y tan rápido, que los dolores tan sólo me acompañan desde hace meses (no años como los casos de algunas compañeras) y que me diagnosticaron increíblemente rápido también (la mayoría de mujeres pasan años hasta que les diagnostican endometriosis, con todo lo que eso conlleva...).

Pero en mi lucha llevo también las reivindicaciones de las compañeras, porque la regla no tiene que doler, porque tenemos que quitarnos ese castigo de encima, porque si duele hay que observarlo, hay que exigir que se nos escuche, se nos crea y se estudie nuestro caso concreto en tiempo y forma. El próximo día hablaré ya en detalle sobre la endometriosis pero antes quería contaros un poco cómo fue mi historia, para que también sepáis de donde parto yo, que es bastante reciente.

Termino, no sin antes dejaros la canción que me acompaña durante este post. Chavela Vargas - La llorona. Hasta la próxima!





Comentarios

  1. A mi también se me quedó grabada la retahila de Endometriosis. Enfermedad. Crónica. Endometriosis. Enfermedad. Crónica. Endometriosis... Y la parsimonia del ginecólogo diciéndome que la próxima cita era dentro de año y medio, el tiempo habitual entre revisiones, sin ninguna recomendación de hábitos saludables ni nada de nada. No entiendo nada, dinamitaría el sistema de salud muy a gusto. Menos mal que nos tenemos entre nosotras, gracias por este espacio :*

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti Raque por compartir también tu experiencia. Menos mal que nos tenemos unas a otras. El sistema de salud tiene muchas taras y un poso de patriarcado del que se tienen que desprender o seguirán perpetuando las mismas desigualdades sobre nuestros cuerpos: ignorar nuestros problemas, no escuchar nuestras demandas... Poco a poco vamos haciéndonos visibles pero aún queda mucho por hacer. A mi tampoco me recomendaron nada de hábitos saludables en el hospital. Lo busqué yo por mi cuenta. Aunque he de decir que mi médico del centro de salud es super maja y ella sí que me dijo cosas. Luego me comentó que tiene una hermana con endometriosis. Es de las nuestras. Tengo suerte con ella, pero sé que no es lo habitual... Abrazo!

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares